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Mes de la Pachamama: entrevista a Gladys Maita.

Agosto 2021

El 14 de agosto, tuvimos el placer de volver a recibir a la agrupación Red Puna en nuestra tienda solidaria de San Isidro, donde se llevó a cabo una feria textil, repleta de cultura y tradiciones. Aprovechando su paso por Buenos Aires, pudimos charlar con una de las artesanas sobre el homenaje que le hicieron a la Pachamama el 1° de agosto y qué significa formar parte de una red de mujeres económicamente independientes. 

Galdys Maita es de Jujuy, Rinconada. Del confín aurífero de la patria, del lugar de las pepitas de oro.

Forma parte de Red Puna y es artesana textil.

Como siempre, nos interesa ver más allá de lo que pueden captar nuestros ojos. Es por eso que la primera pregunta para Gladys estuvo relacionada con el tradicional homenaje que le hacen a la madre tierra a principios de agosto, y que además realizaron enfrente de la tienda el mismo día de la feria: “Todo depende de todo. Depende de la Pachamama. Gracias a la Pachamama vivimos, tenemos nuestro hogar, tenemos nuestros animales, nuestras plantas. El 1ero de agosto es cuando honramos y agradecemos a la pacha. Preparamos las cabezas, patitas y pancitas de cordero o de llama para hacerlas hervir, que están disecadas de mayo o julio, porque como que no hay mucha carne en estas épocas. Hacemos hervir eso con la mazorca que es el maíz seco, habas, y ya bien cocido lo llevamos para dárselo a la pacha con alcohol, coca, quinoa, papel picado. Lo principal es el alcohol, la coca, el cigarrillo y la quinoa. Después le agregas lo que vos quieras”.

Lo del papel picado llamó la atención de los transeúntes y vecinos que veían el homenaje, ¡inclusive frenó un colectivo para verlo! Le pedimos a Gladys que nos cuente, a qué se debe el papel picado en esta celebración: “Es la alegría, la alegría de compartir de estar ahí, de compartir con el vecino, con la familia. Porque para esa fecha llega siempre alguien. Por ahí los hijos que no están, los hermanos que no los vemos hace rato, los tíos, el papá o la mamá. Y la alegría de compartir, y compartirles la alegría a ellos de estar todos juntos. Y de pedirle a la Pachamama que nos mantenga unidos, como comunidad, como hermanos, como familia. Y agradecer por la vida. Yo perdí un hijo, pero sigo viviendo. Tengo a mi nieto que me lo dejó, pero yo sigo estando. Y agradecerle a la Pachamama que sigo estando, que tengo vida, que tengo salud. Pasé por el covid y por suerte no me hizo nada, fue un simple resfriado. Y eso también lo agradezco, como también el poder venir a Buenos Aires. Entonces agradezco todas estas cosas. Agradezco y pido. Que me siga manteniendo, porque de ella dependemos, Por ejemplo si no llueve, no hay plantas. Sí no llueve, no hay animales. Si no llueve, no hay agua. Todo está relacionado con la tierra. Y el día que yo me muera también, me van a enterrar ¿y quién me va a comer?: la tierra. Es un ciclo que se repite. Es una rueda que gira. Es esto, agradecer. Algunos bailan, otros cantan. Es un momento de celebración”.

Llegaron de la Puna con muchas bolsas llenas de prendas de lana de llama, y nos interesaba conocer el proceso que se lleva a cabo y de dónde obtienen la lana. Si es que no es de asombrarse, que las artesanas estén inmiscuidas en cada eslabón de esta cadena que termina en un poncho, un sweater o unos guantes suaves y calentitos. Lleva mucha dedicación y mucho tiempo poder llegar al producto final, como podrán leer: “Como acostumbramos, como nos enseñaron nuestros ancestros. Mis abuelos eran artesanos, criadores. Tenían ovejas, cabras y muy poquitas llamas. Después quedaron las ovejas y las llamas. Son los animales con los que nosotros aprendimos desde chiquitos, y me enseñaron a mi. A criar la oveja desde que nace, corderitos, amamantarlos, darles de comer en agosto y septiembre cuando no hay pasto y no hay agua. Hay que darles maíz, alfalfa y con eso se nutre a los corderitos, y con la poquita leche que tienen de la mamá y más el alfalfa y a veces le damos leche en polvo preparando la mamadera, cosa que se sostengan hasta que llegue octubre, noviembre, que es cuando vuelve la primavera y el verano, que vuelve el pasto y se recuperan. Pero durante ese tiempo hay que mantenerlos de esa manera. Cuando ya tienen 2 años hay que cortarle la lana a la oveja y cuando la llama tiene 2 años hay que cortarle la lana.Y ahí la hilamos. Antes lo hacíamos a puilca, ahora lo hacemos en telar, que es un poquito más fácil. Hay que lavar, hay que seleccionar, hay que ver que lana es para teñir, o en bruto”.

Las artesanas que forman parte de Red Puna, utilizan todos tintes naturales para el teñido de sus prendas, y actualizan sus saberes de manera periódica, evitando de esta manera el uso de productos industriales, que si bien hace más sencilla la tarea, la distorsiona también. Su objetivo último es realizar un proceso que sea amigable con el medio ambiente, y que reciba todos sus componentes de la tierra: “Para teñir la lana, por ej la lana blanca se usa con el repollo, la cochinilla, el achihuete, la yerba mate. Todos son tintes naturales. El achihuete es amarillo. Es una semillita que sacamos del pimentón. La cochinilla puede salir en rojo, morado clarito o rosa viejo. Depende del mordiente que le pongas. Por ejemplo si lo haces de cochinilla pura te sale color piel, si le echás limón te sale un rosado, y si le echás alumbre de potasio y ácido de limón te sale rojo. Todo depende del mordiente que le pongas”.

En cuanto a su participación en esta red de artesanas organizadas, le preguntamos desde hace cuánto forma parte, en qué sentido esta organización fortaleció sus vínculos con sus tradiciones, y qué le aportó a su vida ser parte de algo que trasciende la geografía inmediata: “Aprendí a criar, a hilar y a tejer desde que nací. Pero a la red puna llegué por unas compañeras, hace ya más de 20 años que trabajan en red. Somos varias micros que estamos unidas, somos más de 120 artesanas que trabajamos con un solo objetivo. Yo hace 10 años que llegué. Hoy somos un grupo, por medio de las redes sociales podemos vender afuera, gracias a las redes sociales nos conoce medio mundo y nos hemos capacitado mucho. Más allá de que hago esto desde que soy pequeña, mi abuelito tejía en el telar, y yo le hacía los ovillitos para que él teja. Y cuando entré a la red, volví a rescatar todas estas sabidurías. Rescaté lo que mi abuelo me había enseñado, en aquellos tiempos en que yo había dejado y volver de nuevo a volver a vivir, y a aprender mucho más, porque te digo que nos capacitamos, en medidas, en colores, en tamaños, en calidad. Es muy lindo pertenecer a la red, vine a Buenos Aires con mis productos y con el de las compañeras. Mi especialidad es el telar, y hay algunas compañeras que están afuera (refiriéndose a la feria transcurrida en San Isidro) hacen a dos agujas y a 5 agujas”.

Formar parte de algo que trasciende fronteras, poner a dialogar a los agentes culturales y generar nuevas formas de comunicación, es algo que esta red de artesanas rescata y pone en valor. Ya que les da la oportunidad de llevar sus saberes ancestrales a lo largo y ancho del país, trabajar lo heredado con su toque personal y tener un pasar digno y bien remunerado. Destacamos su sentir de contención gracias al esfuerzo comunitario, y su trabajo incansable para que hoy sean conocidas masivamente.

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