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ARTESANÍA SUDAMERICANA: ARTE QUE TESTIMONIA LO QUE SOMOS.

Tres integrantes del equipo de la ONG visitaron al artesano René Castro en septiembre del 2019, encuentro que no sólo consistió en la compra de máscaras sino también en el diálogo.

Los Chané se encuentran en Salta y Jujuy, provincias que conforman el territorio del Gran Chaco. “Chané” es de origen ava-guaraní, y significa “pariente”. Actualmente, subsisten con una fuente de trabajo digna aquellas comunidades que lograron, paulatinamente, insertarse en el mercado laboral externo.

Las máscaras constituyen objetos visuales característicos de su cultura, que el artesanx extrae de la madera de Yuchán (Palo Borracho) recolectada de la yunga, y que pinta con los colores extraídos de la flora y de los árboles que le rodean. “Para mí, Dios es la naturaleza -nos contó René Castro, artesano chané de larga trayectoria-. Pasan cosas malas y como ellas tienen espíritu, yo los rescato a los espíritus de los animales para que ayuden a mucha gente. Las máscaras son espíritus animales. Todo lo que se ve alrededor de uno tiene espíritu, el agua, las piedras, las cosas”.

El arte indígena, así como el artesanado en general, parten de una relación con el entorno social y físico. De modo que la apariencia de los objetos tiene una relación íntima con su función. En palabras de Cobeñas, profesora de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Mar del Plata, “el arte del continente sudamericano expresa y testimonia lo que somos”. En la comunidad chané hay Pim Pim -carnaval- con bombos, a través de los cuales reivindican a sus ancestros, su sabiduría y su historia. Para conmemorar su cultura, todos los años sacan un poncho rojo, y lo usan cuando salen a bailar en el Pim Pim

En esa celebración, se pone en relieve la sabiduría que transmiten los abuelos y que se transmite de generación en generación. “Hay muchas cosas que nos dejaron nuestros ancestros: el deber de cuidar la naturaleza para sanar, para curarse. Hay muchas cosas que nos da la naturaleza. Nosotros sacamos de la naturaleza la música del pim pim”, comentó René. 

Las creaciones de los pueblos originarios constituyen ese conjunto de expresiones artísticas que vienen a romper el paradigma evolucionista y positivista que determinaba qué era o no arte. De acuerdo con la investigación de Cobeñas, dicha intolerancia cultural devino en que muchos pueblos perdieran “territorios, imágenes y signos fundamentales” que forman parte de su universo simbólico y de la construcción de su identidad social. En el caso de las máscaras, René nos contó: “Mi abuelo, nuestros ancestros antes sabían de guerra y se pintaban, hacían pintura ellos mismos para pintarse. Lo hacía mi papá, mi tío, mi abuelo. Desde chiquito iba al monte detrás de mi abuelo y preguntaba cómo se hacían, por qué, cómo, dónde. Todo. Yo le enseño a mi familia: a los chicos, mis sobrinos”.

Afortunadamente, los pueblos siguen creando, recreando y renovando formas antiguas de su artesanado; así como continúan luchando por la conservación de sus territorios, su identidad cultural y su autonomía política y religiosa. Exhibir sus artesanías en diferentes espacios es una de las tantas formas que tienen las comunidades de transmitir su cultura. Para René, esto permite que las máscaras lleguen “a diferentes lugares para que ayude a la gente a cambiar, o cuando se sienten mal a sentirse mejor. También los ayuda a soñar”.

*Entrevista por Daniela Peña, coordinadora de Comunicación. 

*Redacción por María Carolina Alderete, auxiliar de Comunicación.

*Fuente: Bravo, Maica – Profesora Muñoz Cobeñas, Leticia en Estudio de las Máscaras Chané desde una Teoría del Arte Latinoamericana. Universidad Nacional De La Plata, Facultad De Bellas Artes, Epistemología De Las Ciencias Sociales. Octubre de 2016.

ENTREVISTA A RENÉ

Daniela: ¿De qué material son las máscaras?

René: De palo borracho.

D: ¿De dónde lo sacas?

R: De acá, del monte. Elijo y traigo el pedazo de madera.

D: ¿Y la forma cómo la haces? 

R: Con el machete se le da la forma. Y con un instrumento más chiquito los detalles, con un cuchillo. Y les estoy enseñando a los chicos de la comunidad.

D: Claro, te hiciste más conocido ¿qué sentiste al ver tu arte en una exposición en Nueva York?

R: Bárbaro. Para mí, Dios es la naturaleza. Dios me eligió para ayudar a más gente. Pasan cosas malas y como ellas tienen espíritu, yo los rescato a los espíritus de los animales a través de las máscaras, para que ayuden a mucha gente.

D: O sea las máscaras no son solo máscaras.

R: No, es algo espiritual. Las máscaras son espíritus animales. Todo lo que se ve alrededor de uno tiene espíritu, el agua, las piedras, el pasto, las cosas.

D: Y vos hacés que los espíritus de los animales lleguen a diferentes lugares.

R: Sí, a diferentes lugares para que ayuden a la gente a cambiar o cuando se sienten mal, a sentirse mejor. También los ayuda a soñar.

D: ¿La pintura de dónde la sacás?

R: De las flores, de los árboles, de las cáscaras. Son todas naturales. 

D: Recién vi un azul intenso muy lindo, ¿de dónde lo sacas?

R: Ese, de la planta Santa Lucia. Para hacerlo las raspo, igual que con las hojas verdes. Y después pinto y me ayuda mi mujer.

D: ¿Quién te enseñó?

R: Mi abuelo, nuestros ancestros antes sabían de guerra y entre ellos se pintaban la cara, hacían pintura ellos mismos para pintarse. Lo hacía mi papá, mi tío, mi abuelo.

D: ¿Cómo conociste a Arte y Esperanza?

R: Arte y Esperanza me ha conocido a través de ellos. Yo solía hacer máscaras con mi tío. 

D: Y eso te abrió puertas.

R: Arte y Esperanza me permitió conocer gente. 

D: ¿Y te cambió en algo después de dar el taller en el Ático de Lujan Cambariere, y que ella llevara tus productos a Nueva York?

R: Si, yo me siento orgulloso de tener cosas lindas y de lo que he aprendido.

D: ¿Vos ahora estás enseñando a pintar y a hacer máscaras?

R: Sí, le enseño a mi familia: a los chicos, mis sobrinos, mis vecinos.

D: Tenés tu propio taller.

R: Si, aquí. Vienen cuando salen de la escuela.

D: ¿Desde chiquito sabés hacer las máscaras?

R: Sí, desde chiquito, iba al monte detrás de mi abuelo y preguntaba cómo se hacían, por qué, cómo, dónde. Todo. Por ejemplo el sonido que hace la rata, la reproduce el flautero.Y esa música que después escuchábamos en el carnaval, nos la daba la naturaleza. 

Nos contó sobre el PIM PIM, y el orgullo que le producía ponerse un poncho rojo. “En la comunidad chané había pim pim, carnaval, y metían guyia (bombo) y bailaban, a través del cual reivindicaban a sus ancestros, su sabiduría y su historia. Todo esto nos lo contaban los caciques, y el poncho rojo salteño tenemos que respetarlo. Y de ahí ha quedado, nosotros nunca tenemos que olvidar eso, ellos nos han dejado estas tierras, nos protegían”. 

Para conmemorar esto todos los años sacan un poncho rojo, y lo usan cuando salen a bailar pim pim. Todo lo que cuentan los abuelos va quedando y se transmite de generación en generación para que no se pierda. “Hay muchas cosas que nos dejaron nuestros ancestros: el deber de cuidar la naturaleza para sanar, para curarse. Hay muchas cosas que nos da la naturaleza. Nosotros sacamos de la naturaleza la música del pim pim”.