Del 19 al 25 de abril se celebra la Semana de los pueblos originarios, con el objetivo de reivindicar la cultura y los derechos de los mismos. 

Se conmemora durante estas fechas, ya que el primer Congreso Indigenista Interamericano se inició el 19 de abril de 1940, en la ciudad de Patzcuaro, México. El porqué y para qué de la realización del mismo fue claro: salvaguardar y perpetuar las culturas originarias del continente, cuidando tanto a su gente como a sus saberes ancestrales.

En Argentina, las políticas asociadas a los pueblos indígenas son impulsadas e implementadas por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), creado en 1985. Su propósito es asegurar el ejercicio de la plena ciudadanía de los integrantes de los pueblos aborígenes, garantizando el cumplimento de todos sus derechos otorgados constitucionalmente. 

El INAI se encarga además, de fomentar la participación de las comunidades en el diseño de las políticas de Estado que las involucran, respetando siempre y a cada paso sus formas de organización tradicionales, promoviendo el fortalecimiento de las identidades étnicas y culturales, creando a su vez las bases para un desarrollo integral y compatible con la preservación del medio ambiente donde habitan. 

El artículo de la constitución donde se expresan los derechos de las comunidades indígenas es el 75, inciso 17. Les compartimos el mismo para que puedan conocer explícitamente lo que se manifiesta:

“Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.

A raíz de esto, queremos hacer mención al fallo histórico que se dió el 2 de abril de este año, donde La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dictó que las tierras donde habitan las comunidades aborígenes, son de ellas. Más allá que en la constitución de 1994 se aseguró este derecho, tal como vemos en el artículo recién mencionado, no se ha cumplido hasta el momento. En este marco, Lhaka Honhat (nuestra tierra), se presentó ante ellos iniciando un juicio al Estado Argentino, y salieron victoriosos luego de muchos años de lucha. Es un hito que debemos celebrar.

Cabe aclarar además, que las culturas originarias tienen una percepción diferente de la propiedad del territorio, y la misma se destaca por la ausencia de propiedad exclusiva. Es decir, las tierras son comunitarias, y su mayor amenaza es la ocupación ilegítima de las mismas por personas ajenas a sus cosmovisiones y costumbres, desencadenando de esta manera un deterioro ambiental.

Este tipo de circunstancias, han llevado muchas veces a generar tensiones entre sus prácticas ancestrales y su realidad actual, ejerciendo presión económica y social. Al verse deteriorado su medio ambiente, se han visto obligados a vender artesanías a un mercado externo, sometiéndose en muchas ocasiones a condiciones de explotación. 

Es allí donde se enmarca el trabajo de Arte y Esperanza. ¿Por qué? Porque brindamos fuentes de trabajo digno a través del comercio justo, pagando lo que corresponde y poniendo en valor el trabajo artesanal que muchas veces es despreciado sin tener en consideración todo lo que ocurre detrás de cada pieza. Cada artesanía es única y original, es hecha a mano a través de materia prima que extraen del monte o de su medio ambiente inmediato, y es realizada a través de técnicas ancestrales. 

Abrazamos, y abrazaremos a este país multiétnico y pluricultural en todas sus formas, respetando siempre a los artesanos y artesanas que se esconden detrás de cada pieza de arte.